Señor mío, Jesucristo,
bien sabes los peligros de pecar
que en la juventud tenemos.
Yo deseo sinceramente con tu gracia
pasar bien la juventud
sin ofenderte ni hacerme vicioso,
y te suplico que me concedas
gracia para ello, a fin de que,
imitándote a Ti, vaya yo también creciendo
en robustez y salud de cuerpo,
en sabiduría y conocimiento,
y sobretodo en gracia y virtudes,
delante de Dios y de los hombres.
Amén!
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